Llevo meses pensando en escribirte una carta. Desde que no me respondieras más, dos años después del evento del cual salí muy afectado, triste, decepcionado, deprimido y bajoneado (como dicen ahora) y días después, resignado a no saber más de ti…
Hace algunas semanas recibí este mensaje de alguien que fuese muy querido y que decidiese no hablar ni escribirme durante dos años. Se trata de una persona muy cercana que vi crecer y sobresalir, simpático y conocedor del medio en el que trabaja; pero que sinceramente, nunca pensé en que lo haría de esa manera; de esa llamada posterior me hacía suponer que sería para ofrecerme una disculpa por sus arranques de ira y respuestas incorrectas, llenas de odio y resentimiento, como si se tratara de algún insulto que le mandé de regreso como Karma. Recordando el Tercero de Los Cuatro Acuerdos de Miguel Ruiz, no hagas falsas suposiciones, nadie piensa como tú y las respuestas pueden ser infinitas. La filosofía tolteca ya pensaba en sus herederos amalgamados en razas.
“Hola.
Estoy en México. Me pregunto si vas a venir esta semana que empieza porque no sé si me va a dar tiempo de ir. Solo te escribo para que apartes un tiempo en la tarde, te llamaré para explicarte el por qué de mi molestia a tu mensaje esa vez y que haya dejado de comunicarme.
Te aviso para hacer videollamada y te explico por qué me hiciste enojar muchísimo.”
No intenté retomar el evento que le molestó tanto. Ni me enteré de que así haya sucedido.
Como que, si le hubiera interesado a él arreglar las cosas, hubiera hecho un esfuerzo en venir aunque fuese una noche.
Ante su llamada, mi primera reacción fue de total sorpresa, me quedé congelado. no esperaba que me escribiera ya nunca más. La sucesión de emociones alteradas, luego mi sensación de dolor al quedar a la deriva de sus conceptos, apoyos financieros, trabajo creativo y por encima de todo, el afecto, su cercanía emocional, diría yo.
Se me figuró que solo quería explicar su enojo, sin considerar ni preguntar en qué situación me encontraba ya que, en realidad, el ofendido y lastimado había sido yo. Aclaro que mi tristeza no tuvo un paño de lágrimas que me ayudara, ni a quién confiarle mi tremenda tristeza. Pero eso no le importó, solo sus motivos para portarse como un verdadero patán, un bellaco chapado a la Reyna (su familia adoptiva), como la de su esposa, que le declararon a su padre no volver a hablarle en lo que restaría de sus días, era el mensaje que me demostraba su verdadera voluntad.
En realidad, solo está dirigida a él, pero no llegará a sus ojos por mi conducto. Nadie sabrá que es un escrito que no pude definir desde antes y que, cuando sea publicado, en ningún lado tendrá sus iniciales o apodo, ni siquiera su nombre real para evitar susceptibilidades, de las cuales sopesan en extremo por su lado.
Si el servicio de mensajería instantánea afecta su estado de ánimo, le provoca ansiedad o sufrimiento, o anda en otra dimensión, que piense el probable significado antes de responder con tanto veneno: ¿Cuál es la intención de su mensaje, es con ganas de fastidiar o simplemente de informar?
Mi pregunta hace dos años fue simplemente confirmar si estaba al tanto y al momento, de lo que estaba pasando en Israel, del horrible bombardeo que iniciaba en la franja de Gaza motivados por los actos terroristas de Hamas en un condominio israelí.
He aquí un intento de plasmar esa primara conversación.
Yo: oye, ¿sí estás al tanto de todo lo que está sucediendo en Gaza en estos días?
Él: Si, qué barbaridad lo que está ocurriendo. Esperemos que se termine pronto.
Yo: Pues no creo que sepas de todo, eh? Roberto me ha estado enviando información de la situación desde Tel-Aviv y tal parece que no tiene un fin próximo para ninguno de los dos. Ese secuestro y allanamiento de las áreas habitacionales ocupadas por israelitas causó horror e indignación mundial. Pero deja te cuento de algo que apenas sucedió.
Se hace una pausa de su lado. Y al final dice algo así:
Él; No me interesa saber nada más que me tengas que contar ni decir. Asi que, por favor no molestes.
Seguramente, analizando el momento con más calma, mi imaginación me lleva a pensar que estaba siendo cuestionado por la señora Reyna de sus conversaciones ajenas a su entera disponibilidad. Me imagino, caminando en las ruinas de Montealbán haciendo de consorte sin prestar realmente atención a lo que sucedía en el mundo exterior. El mensaje era meramente una recomendación y no convicción de hacer la llamada célebre.
Mi versión de lo sucedido entre y él y yo, tiene dos interpretaciones. Desde mi perspectiva solamente veo dos posibilidades de paráfrasis, la mía con toda la carga que eso signifique y la suya que en el análisis posterior del evento, él puede compartirlo con su mujer la señora Reyna, con toda su familia que le han adoptado prácticamente desde que se casó por segunda vez. Entiendo perfecto que me compare con el Jay Jalay, su cuñado que no tiene oficio ni beneficio, que vive en la “casa grande” como patrón pero que no produce ni un centavo a expensas de las hermanas y de su mujer. Mi situación solo es similar en lo que respecta al trabajo que no he concretado sin pasar por la sección de las drogas ni distractores del Samsara. O en eso me había quedado cuando me narraba parte de la historia de su familia adoptiva y quiénes la conforman. Así soy para él, un huésped alocado en la comodidad de sus costillas por ser un pariente más.
Mi versión no la conoce porque no le interesó en dos años, saber de mí o de mis temas, ni esta última vez que me volvió a escribir a pesar del tiempo. Digamos que se liberó de mi en ese periodo, por voluntad y también por convencimiento de los Reina, así son ellos, eso imagino. Recuerdo la anécdota que tanto comentamos él y yo hace tiempo: “Cómo puede dejar de hablarle a su padre por tanto tiempo? Pasan los años y no tienen la más mínima intención de converger en algún punto medio.” Si ese fuera mi caso, ya habría buscado la manera de arreglar la situación porque, a fin de cuentas, es tu sangre, tu carne de dónde vienes, lo que fuiste y ya no eres, pero sigues siendo a pesar de todo.
En fin, que este ensayo sirva para descargar la impotencia y el dolor que en esos momentos me llenaron. Sin culpas ni remordimientos, he pensado que sirve para mi buena energía el hacer un intento de volver a comunicarnos y no dejar cabos sueltos. Ahora sé lo importante que son nuestras acciones en la vida para la futura existencia, procuro cultivar buenas energías como consecuencia a la inversa de mis actos pasados.
Para eso sirve la escritura también.