Llegó con sutileza y sin hacer muchos aspavientos cuando entró a su nuevo hogar en una caja de cartón. Tenía escasas dos semanas de haber nacido. Nadie la quería en el refugio por dos razones “sinrazón”. La primera era su color, totalmente negra. La segunda desventaja es haber nacido hembra pero no para mi. Las hembras son más del hogar.
Se convirtió en una experta para atrapar y eliminar cualquier animal rastrero que cometiera la osadía de atravesar el perfil de la puerta de la casa. Lombrices, alacranes, cucarachas que hacían el deleite de su entretenimiento durante el tiempo que los mantenía vivos para juguetear, arrastrarlos y finalmente darles punto final a su existencia.
Un alma privilegiada que medía menos que un zapato del siete y medio -de ese tamaño nos conocimos-, que al ser rescatada (adoptada, me dicen que así debo catalogarlo) me demostraba a cada momento su agradecimiento por no haberla dejado donde nadie la quería. Aquí tuvo un hogar donde la casa completa fue su guarida y descubrió lugares que ni yo tenía considerados para esconderse cuando no quería ser vista. Se sentía la protección de su energía en todo momento.
Vivimos juntos durante más de diez años hasta el día de ayer que decidió partir. No era común que saliera al jardín indiscriminadamente porque siempre estuve al pendiente de guardarla después de su paseo por la terraza y que comiera un poco de pasto para purgarse y no tener problemas gastrointestinales con su mismo pelo, que tan reluciente lo tenía en todo momento. Pero ese día fue el último en su vida. Algo comió que se envenenó, comenzando a tener convulsiones sin poder detenerlas. fue la última vez que estuvo en mis manos.
Nunca le gustaron las fotografías, no sé si fuese un alma reencarnada que no quería ser descubierta y siempre fue un reto tomarle buenas imágenes.
He aquí un pequeño tributo a lo mucho que me dio con su compañía. Descansa en paz mi querida Thaís y ve a refugiarte con mi madre, para sigas sintiendo ese calorcito que solo los elegidos conocemos. Hasta pronto. Todo mi cariño.
FJC