Hubiera sido imposible reconocer en el momento de la inspiración -el hecho de que el nuevo encuentro con Ge- sirviera para guiar, soportar, encaminar a muchos a nuestro alrededor, incluidos nuestros propios hijos. Fue maravilloso cuando sucedió y agradezco al universo que así haya sido, lo mejor de todo es la enseñanza que me permite reconocerlo. Retomo del 2009 este episodio.
Somos como dos gotas de agua que la lluvia deja en el cristal del oasis, me doy cuenta de esto al asomarme viendo la noche llegar. Bajan por su camino para juntarse en el remate de la ventana que mira hacia el bosque. Descienden convirtiéndose en hilillo de agua rumbo al camino que nos conduce entre calles y banquetas solamente por caminar. Visitando árboles de todos tamaños con follajes diversos, flores de colores vivos, naranja, amarillo, violeta. A donde las mariposas nos saludan al pasar, jugando a quedarse y elevándose de nuevo.
Estamos integrados en un riachuelo humedeciendo todo en su travesía, dejando huella del paso incesante, como la vida misma. Así somos.
Dos gotas de agua que juntas soportan a una hoja seca y luego a otra, deslizándose, descendiendo la caminata de todos los domingos. Que dentro del torrente de la naturaleza nunca se perciben como individuales, sino como uno solo. Provocando contacto entre lo que les rodea, que estimula y excita a la renovación, a la liberación y a la emancipación. Saludan y se van, inundando a la tierra refrescándola, devolviendo la sensación de amorosa continuidad. Agua que contagia de una inmaculada positividad, optimismo de resurgimiento entre piedras con manchas de figuras multiformes como seres que se mezclan en una relación momentánea pero trascendente en sus almas. Las piedras sienten. Los seres viven. Los amigos dejan el sufrimiento con nuestro contacto, saludan y se van, extasiados e impregnados del gusto por la existencia que les ha tocado compartir. Palabra mágica de nuestro andar, compartiendo.
Como al agua, te bendigo por tu alma clara y diáfana. Reflejas el sol con fuerza denotando carácter de creación. Atraes almas que sufren para disipar su propio destino. Impulsas naturalmente, con tu palabra firme y decidida a la evolución, la revolución, la transformación de fuera y dentro, compartiendo lo que es vetado por su sencillez evidente a los ojos del testigo que te mira y te escucha. Así de fuerte eres.
Dos gotas de agua que miran de frente el avance del tiempo sin temor a la oscuridad. El amor las une y fortifica; cuando no se tocan, sufren de aislamiento, cuando la soledad penetra, provoca la reflexión, la introspección de lo que todavía queda por ofrecer. Brindar y perdonar, como el saludo del vino fino cuando dos copas se tocan. Como el beso en la frente que señala esa admiración, veneración entera por los logros alcanzados, del porvenir indescifrable que nunca amedrenta sino anima por enfrentarla.
Como dos gotas de agua somos.
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3 comentarios
Me encantó la forma en que escribes y dejas que te metas suavemente en tu pensamiento.
Esta hermoso!
Gracias! ES una capacidad que poco he desarrollado pero ahí va, nunca es tarde… besos!
Sigue visitando el sitio de vez en cuando porque hay mucho material que tengo que subir.
Saludos!