Contaba mi madre que conmigo, tardó más de 36 horas en trabajo de parto, primeriza y con solo dieciocho años. Inclusive en esas épocas era extenuante el trabajo de dar a luz, donde al final fui extraído con Fórceps, algo no andaba bien desde el inicio. El niño venía con la cara para arriba y tuvieron que girar lentamente con el artefacto dentro del útero de mi madre, rotar mi cuerpo de la manera menos violenta y poder colocarme en una posición adecuada para ser expulsado con los últimos alientos, sin mayor dolor para la madre o el producto. ¿Mi posición se debió quizá a querer dar la cara al cielo y ver las estrellas? Muy probablemente, en esta que llamamos vida, mayores bendiciones que esa no existen.