Tengo muy claro en la mente que decidí inventar dos primeros temas de donde partir, en la estructura de mi labor como escritor para La Mirilla. Están íntimamente relacionados a un acto de sincronía con una mujer extraordinaria, por naturaleza divina -eso me pareció.
Los dos inicios definen de manera muy distinta mi percepción de su personalidad, sus virtudes o defectos, que en el enamoramiento es fundamental. Sería pretensioso decir que conquistarla surgió como idea únicamente de una apuesta entre dos amigos pero en realidad, ese desafío solo alimentó mi deseo de enamorarme de ella.
Cada inicio se sitúa en regiones, tiempo y espacio de mi imaginación diametralmente separados entre sí, pero probables por los orígenes de ambos, que a fin de cuentas son dos extremos que se encontraron en tiempo y espacio.
Se dice que existen momentos de “sincronía” en la vida, donde dos almas coinciden de nuevo el punto focal de su pasión. Que se reencuentran en esta vida después de milenios, que la intensidad en la vida no es igual por el momento, ya que se reencuentran después de varios siglos; es entregarse a fondo porque tienen deudas pendientes entre sí con esa dulzura que nace del corazón sin censura ni condiciones humanas, una bruja de las Cumbres que no se detuvo con sus encantos sinceros haciéndome perder el rumbo. Y cuando uno está enamorado puede decir esto y soñarlo; dos almas de un par de extremos en cultura, religión, costumbres (algunas). Esa es la principal motivación, el estímulo de este cuenta-cuentos.
Traté de explicar ese regreso de almas al mismo lugar cuando se encontraban en éxtasis y donde el destino los separó, con la misma pasión en los dos probables inicios, haciéndolo más romántico y sentido. Ingrediente principal del re-encuentro de la protagonista.
La primera es la historia de dos polos opuestos atraídos por la mirada en un encuentro casual a manera de un cuento que alguna vez escuchamos. La segunda nos habla de una leyenda de gitanos que no pudieron ser, parecido un poco más a nuestro carácter finalmente.