Primer Sueño
Hay aún…..una y otra vez, dentro de un sueño que se repite, una casona en lo profundo de un bosque.
Un solar, una estepa casi plana donde se erige esta construcción, nada que no sea más imponente, dado que solo la naturaleza en el llano surge a su alrededor. La estepa con pastizales champaña y verdes tonales claros y oscuros, más sería el tono del otoño que cualquier otro. Salir del bosque y encontrarse con ella, ahí a la mitad del pequeño valle, rodeada de árboles más altos que la vista pueda percibir… o recordar, sería insospechable. Pero ahí se erige, monumental. Es la luz de la tarde del cielo más azul, cuando el sol ha bajado y comienza a entrar la oscuridad.
Una mansión que se impone ante la vastedad de la naturaleza en medio de un claro, una planicie que solo lleva hacia ella. Su estilo es neoclásico, deduzco, por los diversos balcones que se ven a lo lejos, aún cuando aguardan más de un ciento de pasos para llegar a ella. La fachada color ámbar con más de nueve ventanales, una entrada con escalinata y barandales en los extremos formando un semicírculo con un arco apuntado que descansa en una arquitrabe, luneta de cantera y coincidiendo en un portón de madera de doble hoja, que permanece cerrado la mayor parte del tiempo; ese mismo tiempo que toma verlo tres veces ya, en lo recóndito de la inconciencia.
Casi puedo confirmar que en las tres ocasiones me sucede lo mismo cuando me acerco y miro a detalle su imponente cara frontal. El color en sus muros de cantera es en tono capuchino, deslavado, tiene manchas de la humedad que ha estado presente desde hace miles de eones. El tiempo resbala por sus caras dejando surcos grises, oscureciéndolas con tierra y polvo, para constatar lo que ha pasado por ellos. Casi nada debe mostrar, debe mantenerse incólume para dar esa sensación de recogimiento, de refugio, de paz y remanso para los viajeros que llegan sin saber a dónde han arribado o por qué. Algo apremia por resolver y no es correcto perder el tiempo observándola desde afuera.
Sus ventanas tienen balcones de hierro forjado, sobresalen de sus paredes como medias copas con cúpulas góticas. Los cristales están distribuidos en un armazón de madera curvo en el ápice con estilo afrancesado, son dos en forma de gota y le siguen seis más que completan la parte superior de unas puertas de madera cruda que descansan sobre pilastras de mármol, con tambores en alto relieve. Los detalles se me han grabado para cuando tenga que visitarla de nuevo y así reconocer la inquietante experiencia que me deja cada vez que la veo, darme cuenta que se repite la historia de una visión necia que no se detiene.
Conoceré a seres que trasformarán mi esencia. Siento que pueden ser puntos clave en la trasmisión de un mensaje enviado ya décadas atrás.
Continúa.