Todo por hacerle un bien y prestarle un teléfono inteligente. Sucedió hace más de cinco años.
“Me acosté muy tarde a dormir. Me quedé viendo la televisión con videos de Internet y conciertos de música, estaba totalmente fumigado, era el día de la cruda realidad al día siguiente, por la comida del grupo “Lo Nuevo y Viejo de Cuernavaca”, demasiado alcohol y comida, después de terminar la barra libre, todavía me tomé cuatro rones que me invitó mi amigo Odin. Él es el fundador de la página en Facebook, me tomé tres más con él y llegué aquí totalmente en automático a recostarme frente a la televisión. Por la madrugada me desperté y me subí a mi cuarto, no sin antes tomarme un litro de agua; era la una de la mañana y casi me arrastro al piso de arriba.»
«Me quedé dormido de inmediato, ni me cuestioné el lugar a donde había quedado Messi, abajo en el sillón, acostado en su cama, o en algún otro lado y como no estaba mi madre en casa, siempre se siente solo y triste; le da frío por las noches y se pone a llorar, lo cual me hace despertarme y llevarlo a donde esté caliente y tranquilo. Yo me acurruqué en la cama y me fui en los brazos de mi viaje recordando a las personas que había conocido en la reunión previa. Las señoras que postean en las redes sociales o los nativos de la ciudad, las personas que responden a las fotos de mis platillos con observaciones o comentarios de: “se ve delicioso, Alejandro”, cómo se las imagina uno y cómo son en realidad. Pero regresando a mi sueño: veía a las damas de la reunión muy alegres, todas circulaban alrededor de las mesas que en ese caso eran más de 10. Los caballeros asistentes nos dedicamos a la dura labor de finiquitar las bebidas.»
Lo que les cuento aquí, «supe que comenzó a las cuatro y media de la mañana, entre mis sueños empiezo a escuchar un ruido extraño que proviene de algún lugar de la casa. Imposible identificarlo por no saber la distancia que existe entre mi sueño y el sonido, no imaginaba qué podría ser, no supe si alguna vez hubiese escuchado ese sonido que era tan incisivo y grave, penetrante, da algo que se acerca pesado, con esfuerzo, poco a poco, entre el alcohol, los recuerdos, la comida. Seguí dormido forzando mi mente a no escucharlo pero regresaba con mayor ímpetu y fuerza, una y otra vez, subía y bajaba de tono, hasta que decidí ir a eliminarlo de mi mente, en su búsqueda me levanto a traspiés, busco un par de chanclas para los pies, con urgencia; tomé la chamarra que descansaba en la silla, me puse una gorra y salí en su persecución. Llegué a pensar que mi cabeza me estaba cobrando los excesos que le propiné, por esta tortura que no cesaba. Si tuviera que describirlo, era como un bufido de animal, de máquina de tren, de vapor, de chimenea en un buque, emitiendo su despedida del puerto o bien llegando a él.»
«Al bajar las escaleras a oscuras, me encuentro el sonido más cercano, pero no puedo identificarlo, nunca lo había escuchado, me queda claro, solo mi mente tiene el recuerdo de haber estado alguna vez en un muelle. Reviso por encima de los muebles hasta llegar a la mesa del comedor. Una caja negra con el logotipo de Blackberry que me habían traído para que yo la usara….Abro la caja y ¡ahí está! Es una alarma activada a las 4:30 a.m. en el teléfono inteligente que me prestaba mi amigo que el día anterior la había dejado ahí…y recuerdo que también sufrí por el ruido, pero no me levanté a investigar esa vez. ¡Un suplicio!”»
- Hahahaha!
- Si, se trata de la alarma que usaba cuando me levantaba para ir a México. A esa hora me despierto, hago mis tibetanos, tomo café de grano, reviso las noticias por un rato en la tele, ¡me arreglo y me salgo a toda velocidad…Ha! No recordé desactivarla, lo siento Alex. Ahora tengo otra manera de despertarme un poco más sutil.
- Es el sonido de una máquina de vapor de un barco que sale o entra al puerto. Las gaviotas, las olas del mar, se van confundiendo entre los demás elementos para crear esa atmósfera de discernir si levantarse o quedarse acostado. Una difícil situación estando entre sueños, obigado a despertar.