Mucho tiempo pasó desde el accidente al que me refiero en el capítulo «Una mirada al Abismo». Me encontré con este amigo de la adolescencia en Facebook. Habían pasado más de 20 años de esa osadía y me atreví a pedirle que me hiciera la narración del suceso como él lo percibió. Lo transcribo como un documento póstumo ya que el autor falleció hace unos 5 años. QDEP
Mi estimado amigo, Fernando (alias el «Gurú» para ciertos amigos)… aquí trato de recopilar recuerdos de aquel accidente cuando nos invitaste a trabajar tus caballos en un lienzo allá por atrás del restaurante Arroyo en Tlalpan.
Ese día yo llegué a tu casa con tres de mis amigos, Juan Carlos C., su primo Héctor y el «canica» Sergio S. Cuando llegamos tu nos dijiste que tenías que trabajar unos caballos, que si queríamos ayudarte y a mí en particular me impusiste el sombrero de charro y las chaparreras, aun cuando yo insistía en usar mi texana, terminé con el sombrero de charro de tu papá; lo recuerdo muy bien porque era el que mejor me quedaba, en fin nos ajuareamos, ensillamos a los cinco caballos, a mí me toco una yegua colorada, y nos dirigimos hacia el lienzo, cruzando insurgentes y entrando en el llano o campo por donde andábamos, yo iba adelante de todos cuando me dí cuenta que el camino se dividía en dos, por arriba o por abajo, cuando yo te pregunté tú me contestaste que por donde la yegua se fuera que ella ya conocía el camino perfectamente y me fui por la derecha por el de arriba, cuando menos me dí cuenta yo iba solo por arriba a una altura considerable y ustedes cuatro por abajo, me volviste a recordar que la yegua ya conocía el camino y que no había ningún problema, cuando de repente me doy cuenta que el camino se hacía más y más estrecho cada vez más, al grado que no era más ancho de 70 cms. y tenía precipicio por los dos lados, de uno iban ustedes y del otro árboles, pero de repente se terminó el camino y no me quedó otra alternativa que girar a la yegua en su eje y regresarme por el mismo camino lo cual pude lograr pero cuando ya estábamos llegando al plano, la yegua por su desesperación piso mal nos resbalamos… y abajo fuimos a dar, una barranca de 5 mts. de altura, nunca supe como la yegua en el momento que pensé me iba a caer encima, ella reaccionó dando un giro salvando mi vida, el sombrero amortiguó el golpe en la cabeza y las chaparreras de todas las raspadas gracias a los sabios consejos de tu padre al cual nunca voy a olvidar, no sé cómo salí ileso y con vida. la pobre yegua quedo herida en las ancas, pero se puso bien según tú me contaste, lo demás es historia. Perdona todos los errores ortográficos.
Saludos D.
2 comentarios
Que increíble es volver a vivir esos momentos de hace 40 años me hiciste el fin de semana saludos te mando un fuerte abrazo
Te mando un abrazo de regreso, seguimos en la brecha.
Gracias!